LIBRO DE LAS TIERRAS VIRGENES

 La historia de un pueblo libre:
El pueblo de los lobos
En la espesura de las selvas de la India, donde pocos seres humanos han podido penetrar, habita la manada de Seeonee, pueblo de lobos al que se conoce como el Pueblo Libre. Su libertad proviene de que tienen  y cumplen la ley de la manada, antigua como la selva y sabia como la naturaleza.
Su jefe, un solitario y gran lobo gris de nombre Akela, los guía a la caza y los hace regresar sanos y salvos, apartándolos de los peligros. Todos los lobos lo escuchan y lo respetan porque saben que quien conduce la manad es testimonio de la ley y sólo el cumplimiento de la ley mantiene su unidad y preserva su dignidad como Pueblo Libre, admirando por todos por su cohesión, su solidaridad, su justicia y su veracidad.
No muy lejos de las colinas de Seeonee se encuentran las Moradas Frías, ruinas de una antigua ciudad abandonada  donde se refugian los Bandar-log hordas de monos que pasan la mayor parte del tiempo saltando entre las copas de los árboles supuestamente ocupados en cosas que ellos creen muy importantes: charlar, gritar, dar vueltas, arrojarse cosas, ensuciar y, en fin, molestar a los demás habitantes de la selva. No en vano se los conoce como el pueblo sin ley, y tanto más resplandece la dignidad del Pueblo Libre de los lobos cuanto más se observa el contraste de su comportamiento con la penosa imagen de desorganización y falta e rumbo que muestran los Bandar-log.
En un cubil de las colinas de Seeonee vivía hace tiempo una de las familias de la manada, compuesta por papá lobo, Raksha - la mamá loba – y su camada de cuatro lobatos y lobeznas.  A su cueva llegó un niño pequeño que caminaba perdido por la selva huyendo de Shere  khan, el  tigre cojo, quien lo perseguía y reclamaba como su presa. 
Raksha lo defendió de Shere Khan y del chacal Tabaqui, el lameplatos, que sigue siempre al tigre para aprovechar los despojos de su caza. A pesar de ser un “cachorro de hombre”, Raksha lo acogió como uno más de sus hijos y le dio por nombre Mowgli, es decir, la rana, por su falta de pelo en el cuerpo. En su momento lo llevaría para presentarlo junto a sus otros cachorros ante los demás miembros de la manada.
Cada luna llena la manada se reúne en el consejo de la Roca, en torno a una peña sobre la que se ubica el jefe. En esa ocasión los padres presentan a sus nuevos cachorros para que los demás los reconozcan y protejan hasta que sean capaces de cazar por sí mismos. Pero con Mowgli no fue fácil. A pesar de la buena disposición de Akela, muchos lobos, instigados por Shere Khan, se opusieron a aceptarlo como miembro de Pueblo Libre, en parte porque no era normal que un cachorro de hombre perteneciera a una manada de lobos, y en parte porque ya todos sabían que el tigre cojo reclamaba su propiedad sobre él.
La ley de la selva dice que cuando hay disputa sobre la aceptación de un cachorro en la manada, debe haber dos testigos, que no sean sus padres, que respalden su presentación. Baloo, el oso pardo – que a pesar de no ser un lobo tenía derecho a participar en el consejo ya  que está encargado de enseñar  la ley a los lobatos – fue el primero en respaldar la incorporación de Mowgli, pero nadie más quiso apoyarlo.
Pero la ley dice también que la vida de un cachorro en disputa puede rescatarse a un precio estipulado y no dice quién puede o no pagar ese precio, por lo que entonces Bagheera, la pantera negra, que rondaba la reunión del Consejo, pidió autorización para intervenir y ofreció un toro recién cazado a cambio de la vida de Mowgli, lo que desde luego los lobos aceptaron gustosos.
A partir de entonces, contrariamente a los que muchos pensaban en un principio, Mowgli pudo vivir felizmente en la selva como un lobato más, al cuidado amoroso de Bagheera y bajo las enseñanzas a la vez  severas y tiernas de Baloo.                                       Bagheera le enseño las destrezas de la caza, la forma de moverse rápida y silenciosamente en medio de la espesura, la necesidad de estar atento a todos los movimientos y  sonidos de la selva; pero también lo protegió y lo mimó al extremo  que, de no haber sido por Baloo, se habría convertido en un insoportable niño malcriado y vanidoso.
Baloo le dio a Mowgli las lecciones que necesitaba para vivir en la selva en paz con los demás animales, le enseño lo que la ley de la selva manda, le dijo cuales eran las palabras mágicas para pedir protección o evitar que los animales le hicieran daño. Severo, lento de movimientos y apreciado por todos por sabio y porque a nadie causaba daño. Baloo seria fuente de aprendizaje de todos los valores que debía tener quien  deseara crecer en  Seonee.
Entre Bagheera y Baloo, en fin, le enseñarían a Mowgli todo lo que haría de él un digno miembro de Pueblo Libre –solidario con la suerte de los suyos- y finalmente un personaje muy destacado en la selva, en una perfecta combinación de cualidades e los animales con la sabiduría y la inteligencia de los hombres.
Pero Bagheera y Baloo no eran sus únicos amigos. Kaa, la anciana serpiente pitón  de más de nueve metros de largo, que siempre tenía una idea inteligente o una sugerencia original, le enseñaría  como planear la defensa y el ataque de manera sabia y meticulosa. A la muerte de Raksha y el papá lobo, Akela – el jefe de la manada- sería para Mowgli como su padre y su madre juntos, recordándole que pese a todo, jamás dejaría de ser  un hombre y que a la manda de los hombres regresaría algún día. Los cuatro cachorros de Raksha, especialmente el hermano Gris, lo acompañarían fiel e incondicionalmente a lo largo de toda su vida en las colinas de Seonee.
Muchas venturas tendría Mowgli durante su infancia y su juventud  en la selva, como aquella vez en que los Bandar-log lo llevaron a las Moradas Frías para tenerlo allí retenido hasta que Bagheera, Baloo y Kaa lo rescataron después de feroz combate. O la dramática época e sequía, donde por boca de Hathi, el anciano elefante sabio, descubrió la razón por la que Shere khan se comportaba con tanta maldad. O la vez en que finalmente Mowgli diera caza al tigre cojo, lanzando sobre él  una manada de búfalos de la que no pudo huir y bajo cuyas patas terminó sus días.
También hay que recordar la emocionante aventura en que junto a Bagheera rastreó y recuperó el “Ankus del Rey”. O la batalla que libró contra perros jaros, en la que luego de provocar que miles de abejas los picaran, organizó a la manada de Seonee para que se librara definitivamente de ellos. Sin olvidar las ocasiones en que Mowgli tomo contacto con la aldea de los hombres, hasta que conoció a su madre que lo había perdido muchos años antes. Y finalmente la tierra aventura en cual Mowgli, ya adolescente, se despidió de sus amigos de Seonee y dejo la selva para volver a vivir entre los suyos, como debía hacerlo y como le dijo Akela que ocurriría.